La sostenibilidad agrícola se define como la utilización de prácticas agrícolas que mejoran la calidad medioambiental y hacen un uso eficiente de los recursos naturales con el fin de mantener un equilibrio ecológico, garantizando así la viabilidad a largo plazo de las tierras y las explotaciones agrícolas. El objetivo de la sostenibilidad es garantizar que las generaciones futuras puedan satisfacer sus necesidades agrícolas y alimentarias. La sostenibilidad es uno de los principales beneficios del uso de bioestimulantes debido a la forma en que éstos aumentan la eficiencia de la propia capacidad de las plantas para utilizar los recursos naturales de que disponen.
Los bioestimulantes han sido definidos en la Ley Agrícola de Estados Unidos de 2018 y esa definición coincide con la definición del EBIC. La principal diferencia entre los bioestimulantes y otros insumos agrícolas es que los bioestimulantes son productos que provocan cambios fisiológicos reales en las plantas, lo que afecta a sus diversas funciones.
No, los bioestimulantes no sustituyen en absoluto a los fertilizantes tradicionales. Cada planta tiene necesidades NPK
y los micronutrientes rellenan los huecos. Los bioestimulantes pueden hacer que la utilización de fertilizantes
y la transferencia, movilización y uso de fertilizantes sea mucho más eficiente.
No, los bioestimulantes no sustituirán a los pesticidas y herbicidas. Sin embargo, pueden
reducir el estrés de las plantas causado por pesticidas y herbicidas.
Los distintos bioestimulantes afectarán a diferentes procesos fisiológicos de las plantas. Algunos afectarán a las raíces y otros a procesos específicos. Por ejemplo, algunos hidrolizados de proteínas afectan a varios mecanismos de la planta. Algunos tendrán cualidades reguladoras del crecimiento vegetal (PGR). Otros sólo afectan al crecimiento de las raíces. Sin embargo, la mayoría de los bioestimulantes se dirigen a una función específica: por ejemplo, el ácido húmico para las raíces del suelo. La investigación define exactamente qué funciones se ven afectadas.
Podría parecer que aportar un suministro adicional de producto extra (bioestimulante) a un cultivo podría ser económicamente más caro, pero si se analiza más a fondo un ciclo de cultivo, a menudo se verá exactamente lo contrario. Depende mucho de lo que busque el agricultor al aplicar bioestimulantes. Algunos ejemplos concretos de beneficios económicos inducidos en respuesta a la aplicación de bioestimulantes:
El futuro parece prometedor por las siguientes razones:
Los bioestimulantes son un segmento de moda al que se han lanzado muchas empresas oportunistas utilizando la jerga histórica y general de aminoácidos, aminoácidos libres, extracto de plantas/algas, etc. En la mayor parte del mundo, los cultivadores confían en las recomendaciones de sus distribuidores de confianza. Dependiendo de la vía de comercialización de un producto, se necesita formación para el equipo técnico, el distribuidor y el cultivador.
Simplificando un poco y en cascada hacia atrás, el agricultor buscará bioestimulantes que le proporcionen una mejor calidad de la cosecha, un seguro que le ayude con el estrés abiótico, mejores precios de venta de la cosecha al coste ponderado de los bioestimulantes. Siempre que un agricultor obtenga una buena eficacia del producto aconsejado por el distribuidor, suele ser suficiente. La tecnología utilizada puede no haber sido un factor tan clave para él, a menos, por supuesto, que descubra que otro producto funciona incluso mejor.
Desde una perspectiva técnica y de jerga tecnológica, las particularidades del producto deben comunicarse a una amplia audiencia -desde agricultores a convenciones técnicas, anuncios y redes sociales, etc. ), pero el prescriptor clave para el usuario final (el agricultor) sigue siendo, en la mayoría de los mercados, el distribuidor, que a menudo es el único capaz de transmitir el mensaje adecuado sobre las ventajas del producto. Esto se aplica a la mayoría de los mercados del mundo hoy en día, excepto en los casos en los que el tamaño y la base de conocimientos de un agricultor pueden eludir la cadena de suministro de la distribución y no depender únicamente del asesoramiento agronómico de acompañamiento.
Un factor clave del éxito en el uso de bioestimulantes es la capacidad de aumentar la calidad de los cultivos. Sin embargo, los beneficios percibidos en el campo pueden no ser suficientes, ya que muchos productos (incluso los baratos) pueden tener un efecto visual positivo a corto plazo.
Esto nos lleva al segundo aspecto, relacionado con las capacidades institucionales/industriales. Lo que los distribuidores necesitan cada vez más es asociarse con empresas fuertes e innovadoras y contar con su respaldo. Empresas con buenos productos, cuya eficacia esté respaldada por pruebas; investigación y desarrollo agresivos que proporcionen innovación continua para el desarrollo permanente de nuevos productos; tecnologías y capacidades industriales reales
-empresas que sean verdaderos productores y no simples mezcladores de ingredientes-; y empresas capaces de transmitir un mensaje adecuado para educar al agricultor mediante apoyo técnico y verificar las afirmaciones sobre la eficacia de los productos.
Poco a poco, el "ruido caótico" en torno a los bioestimulantes se convertirá en algo más armónico. La normativa seguirá evolucionando. Todas las partes interesadas conocerán mejor los distintos tipos de bioestimulantes y su uso y beneficios específicos. Los innovadores seguirán innovando y aportando más claridad en un mercado complejo.